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Trabajamos sobre el marco de un modelo integral de enseñanza que combina los elementos necesarios para que los estudiantes se conviertan en protagonistas de su aprendizaje.
En este modelo, los maestros toman el rol de guías que permiten que sus alumnos descubran por su cuenta información y les ayudan a tener una mentalidad y actitud orientada a la acción y a la generación de soluciones, más que a la memorización o repetición de conceptos.
La educación es más relevante y significativa, donde los estudiantes están al centro y como constructores activos de conocimiento, para convertirles no en receptores de información sino en individuos transformadores. Es decir, con opiniones propias sobre el mundo, con capacidades particulares y con necesidades afectivas y emocionales que, acompañadas, se convierten en el detonador de la curiosidad y el conocimiento.
Este modelo se inspiró a partir de experiencias exitosas de Finlandia, Corea, Singapur y métodos jesuitas, y se adaptó para crear uno acorde al contexto y realidad mexicana.
En nuestro modelo el contenido es el producto del trabajo de los estudiantes, y el motor del proceso lo constituye la curiosidad y la problematización. La participación es indispensable y el silencio docente, edificante y productivo. En este modelo el error agrega valor, el “no sé” es un punto de partida, la incertidumbre de la verdad última nos da confianza y no incomodidad, la producción y la propuesta es más valiosa que la eficacia, aprender no es una obligación sino un placer.
El modelo es significativo y transversal, es decir que capitaliza el conocimiento previo del estudiante con su aprendizaje en la vida real. Los maestros empiezan la clase lanzando un problema o una situación cotidiana a partir de la cual se generan soluciones o conocimientos. Por ejemplo, se les pregunta “¿por qué te tomas selfies? ¿Por qué tu Instagram está llena de selfies?”, pero a partir de ahí ven matemáticas para medir las distancia; formación cívica, la conformación del ser, entre otras. Por la transversalidad disruptiva se unen los conocimientos de todas las áreas para generar aprendizaje.
Se busca que los alumnos dejen de memorizar y empiecen a aprender, se toma en cuenta las habilidades socioemocionales de los estudiantes. La interacción constructiva es considerada en consecuencia como una estructura medular dentro del aula, partiendo de problemas esenciales y pertinentes.
Nuestro modelo funciona a través de tres arquitecturas específicas: de aprendizaje, de programa y de procesos.
El modelo implica establecer alianzas con organismos dedicados a la educación o que tienen que ver con ella, que acompañan con elementos tecnológicos o certificaciones y evaluaciones que se les hacen a los estudiantes para conocer su nivel y avances. Además de que proveen de capacitación y coaching a los docentes, que los orientan en la aplicación de la metodología.